Desde hacía varios años, Daniel A. Carrión (1857-1885) estaba interesado en la averiguación y estudio de los procesos gnoseológicos, oriundos del Perú, que diezmaban a la población altoandina de nuestro país. Si bien estos procesos han existido desde tiempos inmemoriales, desde que las condiciones climáticas, orográficas e hidrográficas permitieron el origen de las fuentes y vectores de la enfermedad, las primeras noticias se tuvieron recién desde la llegada de los conquistadores en el siglo XVI, que fueron afectados; y por las versiones de los cronistas que la relataron.